Un lugar llamado Oreja de Perro. Lectura compartida

“Antes de comenzar un libro”, decía Pilar Gómez, “me gusta cogerlo al peso, contemplar las tapas, la contraportada, mirar el tipo y tamaño de letra. Observar el formato, tiene párrafos grandes, pequeños, muchos diálogos, ninguno..” Quizás no sean sus palabras exactas pero ésa era la idea. Imagino que Pilar quería escuchar el sonido del libro, su respiración, latidos, pero también ver su ropa de domingo o diario, su cabello peinado con agua a un lado o enmarañado, el cuidado con que la mirada del libro nos seguiría a los lectores en un pulso milimétrico hacia el interior: el lugar desde el que escribe el autor, su santuario, y al que necesitamos adentrarnos a veces los lectores para que la lectura de ese libro tenga un sentido, un recuerdo especial en nuestra memoria.

Quint Buchholz

La memoria. De acuerdo. Que sea la primera en desfilar. Pero antes, hago esa pequeña primera toma de contacto con «Un lugar llamado Oreja de Perro«, novela de Ivan Thays, finalista del Premio Herralde 2008 y lectura compartida con Princesa y Alde, si hay suerte quizás también Molly. 212 páginas. No está dedicada en la primera sino al final de la última pero tiene dos citas al principio, una muy interesante “ Los moralistas, incluso antes que Montaigne, señalaron que el recién nacido es suficientemente viejo como para poder morir” (George Steiner). Párrafos pequeños, frases sueltas. A veces solo una palabra. En la contraportada figura una frase de Vargas Llosa que he leído en otras ocasiones, ensalzando su trayectoria. A veces solo una palabra. O dos. O tres. Ese goteo es particularmente poético, contundente y crea ambiente. Como asegurándose una solemnidad en la que esas palabras puedan ser dichas para sonar con otra voz. Íntima. Dolida. Desamparada. ¿A qué suena esta novela? A “Leaves in the Seine” de David Lanz.

La memoria. Hay un personaje central, una potencial ex-mujer (Mónica), un hijo pequeño que fallece (Paulo), un piso en el que todas las piezas familiares han encajado en algún momento. Desde la mesa de un arquitecto no deja de ser un plano. Tabiques que separan el baño de la sala, del dormitorio, del cuarto del niño, de la cocina, el pasadizo que las une. Desde el techo han sido figuras en movimiento, personas que han hablado, callado, jugado, dormido, llorado. Dormido. El personaje central, al que llamaré A, dormía en la salita cuando el pequeño dejó de existir. Su madre no estaba. A veces sucede, lo irremediable se hace cargo del instante y lo somete a su voluntad. La memoria se enquista en ese hecho o decide evadirse creando una laguna que le sustituye. Cambiar vacío por dolor no es una mala táctica, pero solo retrasa la cita con el destino. Hasta la memoria, por muy vapuleada que la hayan dejado, se recupera. Y entonces todo aflora, como un desbordamiento de cloaca o una repentina luz que ilumina un espacio oscuro.

Mihai Mangiulea

A, debe contestar una carta. Su potencial ex-mujer ha depositado, sobre su maleta cerrada, un discurso escrito-carta de abandono-despedida para que se lo lleve en el viaje de unos días que hará a un lugar llamado Oreja de Perro, donde tendrá que escribir un artículo sobre la visita del presidente Toledo y lo que rodea a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. O dicho de otra manera, donde tendrá que escribir un artículo sobre masacres pasadas, destrucción y su simbolismo. El país quiere conocer la Verdad de los sucesos en Oreja de Perro y adjudicarle un lugar en la memoria de los ciudadanos. Dar paz al dolor, amortajarlo y darle sepultura. A se atormenta durante la novela con su propia memoria, su hijo muerto (una trombosis mientras dormía), la relación con Mónica, el finiquito que supone para él recibir su carta. La desaparición de su mundo conocido. Sus fobias. Y nos ilustra a ratos sobre el hombre que perdió la memoria en un accidente, los acontecimientos que asolaron en el pasado a Oreja de Perro, la actualidad del lugar al llegar. Jazmín, Maru, Tomás, los antropólogos, Scamarone, son los personajes secundarios que apuntalan esa parte de la actividad de nuestro A en la ciudad pero fundamentalmente están Mónica y Paulo. O más concretamente, han desaparecido. A debe contestar una carta pero cómo mencionar lo que no tiene nombre.Puzle en Fa
ESTILO

Cuidado, como en sus otros libros. Utiliza expresiones curiosas como “olor meditabundo”. Arrastra los vocablos: “por un tiempo. Un tiempo largo, como si no existiera. Para Mónica sí existía”. Repite la misma palabra al inicio de las frases en un determinado párrafo. “Cuando quería pensar en sí misma, cuando se peleaba, cuando quería estar a solas, cuando..» ¿Sinestesia? ¿Anadiplosis? ´¿Anáfora retórica? He estado consultando estas figuras literarias. Son recursos poéticos que refuerzan la soledad, la vulnerabilidad de A y vuelven intimista la voz de su discurso en el libro. Las frases cortas me han recordado a un mecanismo, el cubo de Rubik. He estado viendo cómo giraba sobre sí mismo desde el inicio. Frases rojas (“Si una chica vale algo, sería absolutamente ridículo que no lo cobre”), que se doblaban sobre otras azules (“Fuí yo quien me quedé encerrado en su muerte”), naranjas (“Interesante”, así como “compleja” o “misteriosa”, es una palabra ridícula para describir a una mujer a quien no se conoce), verdes (¿Por qué preocuparme por el pasado si tengo que preocuparme del presente..?) Interesante cuestión. ¿Por qué? Porque querido A, el pasado nos configura, nos establece y especifica. Somos el resultado de la suma de nuestros aciertos y errores y cada pequeña decisión tomada en el entonces forma parte de la velocidad con que la sangre nos circula en el ahora. Está presente en las pequeñas bolsas que se forman bajo nuestros ojos, en la vacilación, en el aplomo. Sobre todo en el aplomo. Es lo que Martin Amis llama la experiencia.Completo esta idea en el siguiente párrafo.

Iván Thays y su novela

ANTECEDENTES, EL AUTOR Y LA TRAMA

Recuerdo un primer Paulo. En 2004, Thays publicó en El País un cuento llamado “Lindbergh”. Quizás este otro Paulo (o acaso sea el mismo) haya encontrado también la paz en el dolor, una mortaja y cristiana sepultura. “El escritor tiene que escribir sobre aquello de lo que es un testigo privilegiado. Y no es fácil asumirlo, hay que estar al borde de la existencia, tienes que haber perdido, tiene que haberte dolido”. Anoto estas palabras del autor que circulan por internet, y las enfrento a su novela. A cualquier novela. Paralelamente y por asociación, me viene a la memoria un concepto que defendía Kingsley Amis y también su hijo Martin (“Experiencia”. Anagrama. 2001). “Nunca escribas sobre alguien que conozcas. Cuanto más escribas acerca de él, menos se parecerá a sí mismo”. La novela es muy válida como lucimiento del autor, la oportunidad de poetizar la prosa, de imprimir un sello personal a la sensibilidad de un ser humano confuso y dolorido como A. De cruzar sentimientos con hechos, sufrimiento colectivo con tormento individual. De que en España se le conozca por un primer libro suave, intimista y lírico, escrito como a media voz, de una evidente calidad. Sobre la trama, no aprecio un conflicto personal sino la asunción de los hechos (Adiós/Vale), ni lucha para modificar el futuro con Mónica ( Algo del estilo ¿Por qué? ¡No! ¡Espera! ¡Hablemos!), ni revulsivo, ni paranoias, sino la aceptación de todas las caras para paliar una cruz. La foto de la portada es muy acertada para esta historia contada en sepia, con tonos ocres, marrones y a veces grises. Una playa que cabe en la palma de mi mano, termina el cuento de «Lindbergh», una playa segura, firme. A se acomoda al final del libro en su mundo de espectros, confiando en la providencia del día siguiente. En las primeras luces. Esperando amanecer en un rebautizado nuevo espacio, un nuevo silencio, como quien despierta de un mal sueño.

Autor: Angèline

"Colocamos una palabra allí donde comienza nuestra ignorancia, donde ya no vemos más allá; por ejemplo, la palabra "yo", la palabra "hacer", la palabra "sufrir": son quizás el horizonte de nuestro conocimiento, pero no "verdades" (John Banville "Imposturas")

17 opiniones en “Un lugar llamado Oreja de Perro. Lectura compartida”

  1. Hola chicos. Mientras Molly no llega me gustaría saber un detalle que no os cuadre en el libro y otro que os parezca muy oportuno, maravilloso, etc. Pensaré los míos también. Alde ha elegido a Mónica como persona más interesante, yo me quedo con el narrador. ¿Tú, Princesa?

  2. (ay que me había liado con los números de página)Empezamos:Como personaje yo también me quedo, sin duda con el narrador y con su forma de contar.Los dos detalles:Lo mejor del libro me parece su manera de recordar su pasado con Mónica y Paulo, especialmente la páginas 114 a 119. En esas páginas encuentro detalles preciosos como el: «Quédate, le decía en silencio mientras la veía colocarse los zapatos. Quédate. Quédate.» Lo peor es el capítulo con el ingeniero y en general, la historia de Oreja de perro, a mí lo me engancha del libro es la parte de introspección del personaje. Tampoco el personaje de Tomás lo veo muy dibujado creo que su papel en el libro queda demasiado evidente, es una excusa para que la historia pueda ser contada y se nota.Me gusta esta manera de hacer crítica del libro mediante tus preguntas hadiña.Seguimos hablando pero en resumen: me parece un buen libro escrito por un muy buen escritor.

  3. Vaya vaya, dos contra uno. El personaje del narrador es interesante, sus viajes introspectivos, esa candidez e intimismo con que los relata, son tremendamente buenos. Pero creo que sin Mónica, todos esos viajes serían imposibles, su historia con ella y la muerte de su hijo son la fuente de sus problemas con lo que Mónica se convierte en una pieza fundamental. La carta que tiene que contestar se cierne en ella, es el punto de partida desde donde hace todo su monólogo interior, que es realmente lo que más interesa en el libro.La ambientación en Oreja de Perro (para mí es el detalle oportuno) es sublime (uy qué bien me ha quedado). Es el marco perfecto para las reflexiones del protagonista. Un lugar desolado, triste y carente de ilusión para un hombre derrotado por todos los costados.Un detalle que no me convezca… en general ninguno. Quizás la historia del amnésico, pero tampoco (me quedo con esa frase que dice Lili, la profesora de chino: «la memoria es una espia»). Así que un momento que no me cuadre, en general no lo encuentro.He dichoUn beso a las dosAngéline, cuando sepas algo de lo de mi mail a Molly me dices.

  4. Hombre Alde, no puedes elegir a Mónica porque sea fundamental en la historia, porque según eso Angéline y yo podemos decirte que más fundamental es el narrador, si él no nos cuenta la historia no hay historia! En cualquier caso no se trata de posicionarse, sólo de expresar opinión.Un beso.

  5. ¡Muy bueno..! Así es, Alde. Sin Mónica el narrador no es nada pero sin el narrador la historia no existe. Sin Paulo la languidez del narrador no sería tan poética y sin Oreja de Perro no habría un escenario sórdido sobre el que destacar por contraste el tacto sedoso de la historia intimista. Así pues, todos los ingredientes en su puesto, podemos decantarnos hacia uno u otro lado y encontrar prescindibles algunos detalles o personajes. Un detalle que no me cuadra. Podría ser la pasividad del narrador. Mónica le envía una carta y él nos da a entender que es una despedida. Pero bueno, algo habrá que hablar, ya que no pelea por esa relación, al menos habrá que saber si es definitiva, qué pasa. ¿Está tan enamorado como nos cuenta? Pues no solo no mueve un dedo por solucionar eso, sino que la primera mujer que se coloca a la altura de su bragueta tiene vía libre para llevarle al infinito. Y no solo eso, después de este episodio todavía conoce a otra mujer a la que podría no solo consentirle eso mismo sino mucho más. ¿Es tan inminente y definitiva la despedida o este narrador es un pobre hombre que no distingue entre lo que quiere, lo que necesita para su vida y lo que le pone cachondo? No me vale lo de que le habían abandonado y estaba triste. Ya sé que hombres y mujeres somos distintos pero hay unos mínimos. ¡Ni loco vuelvo a la casa sin ella! pero sí puede dejarse follar a la primera de cambio. En fin. Esto podría ser algo de lo que no me ha gustado en la parte introspectiva. La otra, la acción que se desarrolla en Oreja de Perro, me atrapa menos. Y es curioso que su posición en el libro potencia a la otra, la personal, pero al mismo tiempo es una desventaja que la potencie, porque acabas atrapado en la lírica de los sentimientos y el conflicto en Oreja de Perro es oscuro y molesto y estás deseando que vuelva a conectar con el pasado para saber cómo ocurría todo y que lo oscuro se acabe de una vez. Lo que me ha gustado lo pongo en el siguiente comentario.

  6. Bueno bueno,esto se pone ineresante… Pues claro que sin narrador no hay historia!!! Solo digo que Mónica, su historia pasada y contada en tercera persona me parece importante, tanto como la de Paulo, en las reflexiones del protagonista. Eso refuerza el intimismo de sus monólogos interiores, repito. A es o me refiero. El narrador es de lo más importante, o si lo queréis decir, el MÁS IMPORTANTE. Pero la amplificación de sus tristeza que hace Mónica (y Paulo), motiva a que la historia sea tan triste.En lo que no lucha mucho, puedes tener también razón, no digo que no. Y es muy fácil decir que como no sabe lo que quiere se acuesta con la primera que pasa. Hasta ahí tienes razon. Pero hay que entenderle como un tío un poco pusilánime, sin fuerza de voluntad, que no está a lo que está. ¿Que eso no es justificable? Pues no. Pero ahí es cuando entra en acción Oreja de Perro. Ese sitio es engañoso, y nada es lo que parece, confundiéndole de sobremanera. Además, al recordar el sexo con Mónica embarazada, es cuando decide acostarse con Jazmín, pero es como si esta mujer le hubiera despojado de su voluntad. Bueno vale, sí, es un poco «fresco», y aunque no sea justificación, no deja de ser un reflejo de una realidad muchas veces presente en nuestra sociedad.Thays pone ante nosotros un hombre un poco pusilánime y triste, un hombre que podría existir en la vida real, con sus defectos y sus virtudes. Por eso es por lo que no me quedo con lo que hace, sino con lo que siente.Vaya dos que os habéis juntado, uniros de esa manera para rebatirme. Eso es superioridad numérica!!!Un besazo a las dos, qué bien me lo estoy pasando. Estamos desgranando bien la historia ehh. A ver quién lo hace mejor que nosotros, a ver a ver…

  7. Algo oportuno, maravilloso. Sin duda las anotaciones en el cuaderno. Esas <>cursivas<> tan inteligentes y reveladoras que son la respuesta a la carta recibida pero dosificadas, la mayoría sin formatear para darle apariencia de respuesta pero actuando como tal frente a Mónica. Si ella pudiera leerlas tendría su carta fragmentada a lo largo del libro. También la parte que mencionas, Princesa, las páginas 114-119 y una pequeña imagen que me pareció soberbia. Es la perfecta manera de describir el dolor, el desencanto, cuando el sufrimiento deja de estar fraccionado y se compacta, crea máscara, barrera. Está en la página 95. El narrador le pregunta a Mónica si alguna vez habla con Paulo imaginariamente, si le cuenta sus cosas del día. Y dice: «Mónica no contestó. Hizo algo mejor. Giró hacia mí su rostro y me mostró por primera vez su nueva sonrisa: un gesto tirante en los labios, decididamente triste.» Me estremeció esa sonrisa amarga, la conozco perfectamente. De la parte de Oreja de Perro me gustó el deslenguado Scamarone, todas esas palabras que no utilizamos en España. Y que tuviera que ser «el canalla». Cuanto peor lo pone más gracia me hace. Jazmín me parece un personaje confuso, sus ultravisiones angelicales no tienen más repercusión que marear al narrador o crearle falsas esperanzas. Y a un tipo al que el tarot le cambia la vida de una forma tan fulminante, no se le deben contar esas cosas sin temer que quiera irse al otro barrio para comprobar si Paulo es feliz o no. Y Maru, pues, me ha parecido vagamente familiar. Como si la conociese de algo. ¿Qué opináis del estilo? Lo de introducir los diálogos entre la narración? ¿Es muy Auster también, no Alde?

  8. Estoy contigo en lo de las anotaciones en el cuaderno, provocan un salto de reflexiones, es como si el narrador se proyectara hacia otro plano para dejar apostillas sobre lo que está viviendo, o ha vivido.A mí también me ha parecido oportuno lo que tu comentabas no sé si en mi blog o aquí. Lo de las frases sueltas, una palabra, dos palabras… Es una forma contundente de expresarse, una forma algo diferente también, impone Thays con eso un estilo propio y dota al libro de mayor intimismo y lo hace más directo todo.A mí Scamarone me ha gustado, ya lo dije en mi post. Será un poco «fantasmón», pero a veces cumple su función al intentar ponerle al protagonista los pies en el suelo. Aunque no deja de ser un personaje secunario, como Maru.aY Jazmín, sólo consigue confundir al narrador, aunque eso vuelve a reforzar sus reflexiones. Su historia de niña quizás la he visto un poco forzada. Poniéndo aparte la importancia del narrador, Mónica, Jazmín y Paulo, son los tres picos del triángulo de confusión de este hombre. La historia de cada uno de ellos provoca la personalidad presente que tiene y todos sus quebraderos de cabeza.La frase que has puesto Angéline, a mí también me impactó, hay demuestra la conexión ya al mínimo que une al matrimonio.Respecto a introducir los diálogos en la narración, sí, es muy de Auster. Se nota que Paul ha influido en Thays mucho, ya comenté en mi post lo de las llamadas telefonicas y las filmografías. Este recurso de los diálogos siempre me ha parecido muy bueno, porque integra muy bien en la historia los diálogos sin provocar tanto tabique entre narracion y diálogo.

  9. El narrador no hace otra cosa durante toda la novela que escribirle la carta a Mónica. La escribe una y otra vez en su cabeza. Se va produciendo un cambio en él, es un hombre confundido durante toda la novela por eso a veces anda como a la deriva y se deja llevar por culaquiera que se presenta a su paso. Repasa y seguramente re-descubre su relación con Mónica y lo mismo pasa con su hijo. Por eso yo entiendo ese final como una manera de por fin perdonarse. Mirar al cielo, respirar hondo y comenzar de nuevo. Así entiendo su actitud. Me parece verosímil, que es lo importante. O sea, el personaje me cuadra. Otra cosa es si nosotros haríamos lo mismo o no, pero éste el es personaje que tenemos. Puede caernos bien o no, eso es otra cosa.

  10. Sí, es como si la melodía del libro enfilase en la última hoja sus últimos compases repetidos, los que inconscientemente asociamos al final de las canciones. Un silencio nuevo, un espacio nuevo, dormir mientras se actualiza la realidad, despertar con las primeras luces. Después. Comenzar.

  11. Bien, en esto estamos de acuerdo. ¡¡¡POR FIN!!! Intenta repasar todo lo sucedido, analizarlo desde todos los ángulos y poder ordenarlos para así poder reconciliarse consigo mismo y poder seguir hacia adelante.

  12. A mí Thays me parece un narrador sobrevalorado. Pero le tengo cariño. Es tan torpe, tan ingenuo, que cuando le dan un regalo no sabe qué hacer con él y lo devuelve… Su narrador es un autista. Thays también es autista, pero los amigos lo obligan a enfocar la mirada.Lo que no me gustó del libro: es demasiado triste para que alguien lo haya escritor. No debería existir. Lo que más me gustó: la anécdota de Diderot y el ciego. No esperes ni busques lo que no es para uno, solo pide brazos más largos.Gracias por leer el libro de una manera tan inteligente.Besos y abrazos para todos.ALFREDO

  13. DESCONOZCO LA RAZÓN POR LA QUE ALFREDO STOCKHAUSEN TIENE OPINIONES TAN ACERVAS,DESABRIDAS..¿AUTORRETRATO ACASO DE SU PROPIA PERSONALIDAD?. EN TODO CASO, AGRADEZCAMOS AL NARRADOR Y AL AUTISTA LOS ACIERTOS, INDUDABLES, DE » UN LUGAR LLAMADO OREJA DE PERRO».

  14. Querido Stockhausen, ¿es usted? parece que el tiempo no haya pasado, siempre con la punta de su bota cerca de algún balón literario (por cierto, ya estamos con el Pro09 pero ahora para PSP). Thays no está sobrevalorado, no haga caso de los malintencionados, léalo usted mismo. Por aquí nos ha gustado mucho la novela y no vamos a cambiar de opinión. Los regalos devueltos se sienten del tamaño de una mota de polvo cuando regresan a la fábrica de sueños pero allí, con tiempo, les reparan, les arreglan el lazo, pegan con cuidado los bordes rotos, sustituyen los pedacitos de papel magullado y los abrazan por horas con unos brazos largos y confortables. Los moralistas e incluso Montaigne deberían estar de acuerdo en que es poco probable que un regalo sea devuelto más de una vez. Y con ese talante salen de nuevo a la luz. Pisando fuerte. Incluso aunque el destinatario vuelva a ser el mismo. Un beso Alfredo, casi que le he visto en el tejado de Octopus, por un momento. Y entregue nuestra enhorabuena a Thays, usted que le conoce.

  15. Dice el diccionario de la RAE:«Anónimo: Secreto del autor que oculta su nombre». Una persona que no está registrada con un nombre, no existe. Una persona que no existe no habla. Una persona que no habla no dice nada. Y que no diga nada en este caso me complace, porque podemos cerrar este pequeño foro de debate con la sensación de haber disfrutado en todo momento, tanto con la lectura, como en los momentos en que hemos cruzado nuestras impresiones. Os doy las gracias, Princesa y Alde por esta lectura conjunta. Lo he pasado muy bien con vosotros. Un beso muy grande. Repetiremos.

  16. Hace ya algún tiempo que lo leí. Recuerdo que me gustó el estilo y que la historia no me atrapó especialmente. El recuerdo global es grato pero es un libro que se perdió en mi memoria hasta que he estado curioseando por tus postales de viajes literarios, una sección que me gusta mucho de este blog. Creo que mi experiencia del libro fue más o menos como la tuya. Lucimiento del autor, sí, pero uno muy agradable.

  17. El estilo de Iván Thays es muy poético. Hace años tuvimos una bonita amistad y me regaló los libros que le hicieron famoso en Perú. Tengo pendiente comprar y leer «Un sueño fugaz», el segundo que le publica Anagrama en España. Éste que nos ocupa no es realmente el mejor pero es más de sí mismo, de su lírica y merece con mucho la pena. Saludos, Houellebecq.

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